Cada uno de nosotros somos un micro sistema que formamos parte activa de un sistema mayor, nuestra familia, que a su vez construimos el gran sistema universal. La unión de dos personas es la unión de dos sistemas familiares, los cuales han de ser honrados y agradecidos para poder tomar de ellos la libertad de construir una vida propia.
En una boda sistémica los novios ocupan el lugar central y sus padres se sitúan detrás de cada uno con el fin de darles su fuerza y la bendición para emprender el vuelo como y hacia donde la pareja decida.
Bert Hellinguer
Es un ritual de reconocimiento a los grandes que generación tras generación nos pasaron la vida. Se trata de mirar con amor y un profundo respeto el destino de nuestros sucesores tal y como ha sido, para así dejar nuestro destino libre a como haya de ser sin cargas que no nos pertenecen.
Si alguno de los padres ha fallecido se puede optar por poner a un representante, puede ser una persona o un objeto como símbolo de su presencia. En el alma todo vive eternamente.
Esta ceremonia puede complementar cualquier otra que sea civil, religiosa o de cualquier tipo. Se realiza a medida para cada pareja previo a una entrevista personal donde se decide la forma y el contenido.
Existe la posibilidad de poder realizar alguna sesión de orden transgeneracional antes de la boda, con el objetivo de llegar a ese encuentro sagrado cada uno en su lugar.
Esto permite que se establezca una relación con raíces solidas basadas en la aceptación y el respeto mutuo, pudiendo abrazar tanto los aciertos como los errores como parte de la historia personal.
Mi marido y yo nos casamos mediante una boda civil y sistémica después de siete años de convivencia. Aunque llevaba más de quince años en el desarrollo personal y había realizado la formación completa de constelaciones familiares, fue para mí una experiencia transformadora.
A partir de nuestra unión sistémica los dos sentimos que nuestras raíces se habían fortalecido, que las cargas familiares se habían desvanecido y nuestras almas volaban libres.
Un año después, unos amigos que fueron testigos de nuestro enlace, decidieron casarse y me regalaron el honor de ser la maestra de ceremonias de su boda, que por supuesto, fue sistémica. A partir de ahí, decidí vivir esta experiencia todo lo que me fuera posible. Siento que es una oportunidad muy grande para sanar, ordenar y establecer vínculos personales libres y fuertes. Así la unión cobra su verdadero sentido.
Además todos los invitados a la ceremonia, al estar presentes, son testigos activos de un halo sanador fruto del nuevo orden sagrado.
Un regalo invisible que los novios entregan al mundo.