Conflictos familiares y pareja
Llevamos nuestro árbol genealógico impreso en nuestra piel y en nuestro sistema de pensamientos. Solemos funcionar en modo automático siguiendo fielmente patrones de nuestros ancestros. Proyectamos una realidad conforme a las creencias que han implantado estos patrones, sin darnos apenas cuenta de ello.
En todo conflicto hay separación y desorden. Cuando estamos posicionados en el lugar equivocado, aparecen consecuencias en nuestra vida que puede afectar a cualquier área. Problemas en la pareja, con los hijos, con la salud, en el trabajo, con el dinero, falta de motivación, tristeza… En definitiva, podríamos diferenciar entre estar sobreviviendo (a lo que llamo “dormidos” y “conformados”) o viviendo plenamente (“despiertos y activos”). Esto último requiere, lo primero, una decisión de cambio a lo que le sigue un compromiso interno, constancia y motivación para llevarlo a cabo.
¿Cómo sabemos si estamos en el lugar correcto familiar? Cuando tenemos una buena vida, nos sentimos completos y estamos en paz. En nuestro lugar tenemos la fuerza vital, es el centro que lo armoniza todo. Antes de cualquier cosa, primero hemos de ser hijos, para poder tomar la vida tal como es y después ponerla al servicio de nuestro propósito. Ser hijos es hacernos humildes, pequeños ante aquellos que vinieron antes y pasaron la vida hasta que llegó a nosotros. Este acto a la vez, requiere mucha grandeza y un profundo respeto ante el destino ajeno. También es un acto de amor consciente que nos libera de cargas limitantes y nos abre el camino a crear nuestra propia historia.
La terapia transgeneracional nos proporciona una visión, más elevada y sabia, de cualquier conflicto que provenga de la familia de origen y la actual. Nos apoyamos en las constelaciones familiares del maestro Bert Hellinguer, como base de la terapia. unida a otras técnicas regresivas, rotura de lazos kármicos, así como la apertura de los Registros Akáshicos que nos permite conectar con el libro del alma, donde está toda la información necesaria para la resolución y sanación del problema.
“Escucha a tu cuerpo, el tiene todas las claves” es una frase que se ha convertido en mi mantra de vida. En esa escucha activa de lo que nuestro cuerpo nos cuenta, podemos descubrir bloqueos emocionales y patrones mentales que tratados a tiempo y de forma adecuada, pueden prevenir males mayores. La medicina tradicional china, así como la mirada sistémica y holística al ser humano, nos ayuda a reconocer aquello que requiere ser mirado, sanado y transformado en nueva sabiduría.
Entendiendo a los síntomas y las enfermedades como grandes mensajeros que vienen a mostrarnos aquello que no vemos. Como dice la tradición oriental, “no existen enfermedades sino enfermos”. En realidad, el cuerpo es el vehículo de nuestro Ser, por lo que tomar conciencia de ello y disponerlo al servicio de Su voluntad, nos aleja de la distorsión que ha creado fabulosamente nuestro ego y nos acerca a la unidad, que en definitiva equivale a la verdadera salud.
Nuestra mente es capaz de crear grandes “peliculones” que la mayoría de veces, enmascaran nuestras sagradas verdades. En cambio, el cuerpo nunca miente.
La sanación Akáshica, la hipnosis regresiva y los movimientos Akáshicos, son las técnicas adecuadas para trabajar con estos mensajeros: los síntomas.
En muchas ocasiones, después de vivir experiencias dolorosas, desafortunadas e insanas, tanto en nuestro cuerpo físico, emocional o mental, puede quedarse grabada una impronta que va a determinar varios factores en nuestra vida.
A veces esos momentos vividos se almacenan en nuestro inconsciente como si fuese un trastero abandonado, y aunque dejemos a un lado la experiencia traumática, sin recordarla, ésta puede seguir causando un efecto dañino, sin ni siquiera identificar cual es su origen.
A través de diferentes terapias regresivas reparadoras, tratamos de identificar la raíz original que está provocando el estado emocional presente. Es como si pudiéramos ir pelando la “cebolla mental” de todas las capas que hemos ido superponiendo para cubrir lo verdaderamente importante, ese núcleo dónde está nuestro gran tesoro, que abre el camino a la sanación y la libertad personal.
Cuando las experiencias vividas, por más dolorosas que sean, las sacamos de ese “desván”, les quitamos el polvo y las iluminamos, dejan de dirigir nuestra vida, nos demos o no cuenta de ello. Esto requiere valentía y una importante decisión de cerrar ese capítulo de nuestro “gran libro” y comenzar a reescribir una nueva historia, encaminada, esta vez, a la consecución de nuestros objetivos.
Para que un trauma deje de serlo, ha de ser mirado, reconocido, sanado y transcendido.
¿Quién soy? ¿Para qué estoy aquí? Son preguntas que seguramente todos en algún momento (o en varios) nos hemos formulado. Desde que nacemos comenzamos a responder a las expectativas que se depositan sobre nuestra recién llegada. Expectativas que comienzan a crear un continuo de etiquetas que van cubriendo nuestra verdadera identidad, hasta que pronto se nos olvida ese gran Propósito que nos trajo de vuelta.
Esto provoca mucha insatisfacción personal, incluso una sensación de no encajar en el sistema y no saber muy bien el para qué de muchas cosas que nos suceden. A lo que podemos elegir cerrar los ojos y dormirnos o permanecer despiertos elevando nuestra consciencia.
Para recuperar la identidad lo primero es darnos cuenta que la hemos perdido, a lo que le sigue el comienzo de la recuperación de la memoria celular, dónde todo queda registrado. Reconectarte con tu verdadero Yo le devolverá el sentido a tu existencia. Conocer este origen provoca un inmenso alivio y recoloca las piezas del puzle interior.
Mi recomendación es comenzar con una LECTURA SANADORA de tus Registros Akáshicos o libro de vida. Esta información sagrada nos indicará el siguiente paso para la sanación y liberación del alma, reconociendo así tu importante papel en este mundo.